Las etiquetas diagnósticas solamente útiles para informes clínicos o judiciales, pero pocas veces ayudan a la persona a solucionar su problema. Déjame explicarte con más detalle.

Cuando sufrimos cualquier malestar emocional o psicológico y un profesional cataloga nuestro malestar asignándole un diagnóstico, al principio es normal sentirse algo aliviado. ¡Menos mal, por fin tengo una explicación de lo que me está ocurriendo! Pero poco después ese alivio se desvanece y empezamos a preocuparnos ¿Y ahora qué hago con esto? La mayoría de personas empezarán a identificarse con la etiqueta que se les haya asignado (a veces incluso se identifican con una etiqueta mal puesta)

Un diagnóstico puede dar cierto alivio al principio, pero si no se maneja con precaución, puede llegar a perpetuar el problema. Aunque los diagnósticos pueden ser importantes en etapas tempranas del tratamiento, a veces proporcionan una identificación y una justificación de la que más tarde puede costar desprenderse. Es por esta razón que nosotros no somos demasiado favorables al diagnóstico ni al etiquetado.

Un diagnóstico es solamente el nombre que se le da a tu malestar. 

Te proponemos ir más allá de la etiqueta, queremos saber mucho más, nuestro propósito es conocerte a ti con detalle: cómo es tu malestar específicamente, en qué momentos te afecta, cómo te afecta, desde cuándo ocurre, qué haces para prevenirlo o para aliviarlo cuando está presente, qué experiencias en tu vida pueden haberte llevado a desarrollar estos problemas, etc.

No estás roto. No estás enfermo. Tienes una herida. Debemos encontrar el origen de tu herida para que puedas desprenderte de etiquetas y culpas innecesarias.